viernes, 27 de julio de 2007

No todos son números

Habiendo presentado ya tantas historias de puntajes y despuntajes; no sería de extrañar que apareciera el típico acotador diciendo "pero eso es una generalización, y todas son malas y hay excepciones". Algo que todos archiconocemos.
Y bien, ahora es el momento de comentar el lado obscuro de la luna. Discurrir un poco acerca de aquellos seres que olvidan o saltan el paso de ponerle números a las cosas y a sus congéneres. Seres que se mueven por algo intentendible e inexpresable, pero que los científicos del corazón (no, los cardiólogos, no!... hablo de los poetas!) han señalado como aquellos que se guían por la intuición, por la pasión.
Como locos posesos van corriendo atrás del sujeto equivocado, de la mujer cagadora que les hará la vida infeliz y los dejará en la calle, detrás de un sueño -como poner una casita al pie de los Andes, que los alejará de su familia, o buscando una ocupación poco seria (hacer esculturas de alambre) que los condenará a una posición social paupérrima.
Con esta gente no se puede razonar. Y esto es porque no comprenden la idea de los números, de que hay mujeres/varones mejores que otros, trabajos y lugares donde vivir que valen más... obstinados en ser como el principito sin comprender la lógica del ávaro contador de estrellas.
Es gente que condena a la vez a su familia a vivir en una casa vieja y ruinosa (donde nació la abuela, y creció papá), en vez de rematarla al primer especulador inmobiliario, a pesar de que por el terreno de casa nos dan tanto como para tres deptos en Belgrano a todo trapo. Gente que antepone el valor sentimental del lugar donde creció al valor racional y económico. Con una pasión nostálgica y melancólica que se corta apenas los niños "de hoy" crecen y logran mandar al sujeto al geriátrico (por su bien) y vender rapidamente la propiedad (por el bien de ellos).
Un caso así como el último fue presenciado por este sujeto, quien les habla. Y una hija que entendía como se mueven las cosas y marcha el mundo, envío a su padre a la internación para que así el pobre no se "desgastara" trabajando en su pequeñísima zapatería -donde por alguna ¿extraña? razón, el hombre vendía sólo a niños. Una vez internado, y ya que la casa estaba desocupada fue vendida a quienes pondrían allí un Bar, y el negocio rematado por el bien del padre (así se le quitaba la carga de tener que volver a atenderlo). Tan buenas razones, llevaron a lo esperado. Rodeado de meados viejecitos, quitado de su barrio, cortada su única labor y el contacto con los niños, y demolida su casa; el padre tuvo que al fin comprender qué es lo que conviene hacer en la vida, morirse de una vez sin molestar a nadie...
Además de estos casos añejos están los más comunes de mujeres locas de amor. Nadie las quiere comprender, en especial sus amigas... que ven que en el fondo la chica es FELIZ (y nada peor para la estima propia!! que una amiga totalmente feliz, y una hecha una fracasada!!!), y que meten púa, cizañas, palos a la rueda, crítican al novio cuando él no está, y le hacen sonrisitas y miradas de reojo cuando él está.
Pffff, lo que no se comprende es como alguien quiere ser feliz, y le sale tan facilmente!
Mientras una se la pasa calculando y recalculando posibilidades, sumando, comparando, recorriendo y buscando marcas, etiquetas, ... y todo para que aparezca una que las tiene todas resueltas y no le duele nada, que se le cae el techo en la cabeza y ella happy porque lo tiene a él.
Hay que aclarar que además de estar con un él (causa pasiva de su felicidad) hay que ver la pasión en ella (su causa activa de ser feliz); y que es lo que sus amigas niegan. Pues es accesible y concreto ese él -incluso algunas "amigas" se acuestan con el él para intentar robar para sí algo de felicidad. Pero lo difícil es tener una misma parte de la pasión. Y esto es lo que se ataca y se intenta cortar, el entusiasmo femenino ajeno, con mucho entusiasmo femenino hiriente. Y hay mujeres que para competir y vengarse han nacido con una pasión superior a todo, más allá de lo racional e incontrolable. [la paradoja de la pasión que no puede resolver su propia vida, pero puede cagar la de otras]
En el hombre es más común aquel por alguna intuición de las cosas ha entendido que tal es su lugar, tal su sentido en la vida, tal su acción a realizar. Los amigos, al revés de las féminas, no atacan con vehemencia y pasión, sino con "buenas razones". Presentando, cual contadores del ministerio de economía, todas las pérdidas que les traerá la elección: si se eligió una mujer, se remarca todas las que no se voltearán; si se eligió un trabajo, cuántos mejores puestos hay y cuán mejor pagos, si se elige un lugar para pasar toda la vida, saltan con que hay realizar viajes, que no se puede morir sin haber visitado Río, Miami, Cancún, Europa, las Pirámides (en ese orden cada vez más exigente). Pues cuando se elige algo, el hombre racional siente que se acabó la acumulación, que su hambre de chanchito capitalista que pide monedas a su ranura se acaba. Que no vale más la pena recorrer, juntar y acaparar nada porque se tiene lo necesario.
Y por supuesto, alguien que intuye que tiene lo necesario es el peor enemigo de sus racionales amigos -quienes sienten muy bien que viven con un vacío interior, con algo que siempre les falta y demuestra su fracaso. Así que ante cualquiera que diga encontré lo mío, ellos responden seguí buscando, que "el mundo está lleno de posibilidades", que no hay que conformarse con poco. Es la misma gente que teniendo un Porshe de carrera sienten que les falta "auto". Que anhelan el Rolls Royce del embajador vecino, o lo que salga mañana.
Y así vemos de nuevo la doble causa: si hay un algo externo que el hombre elige, eso que intuímos que es lo nuestro (causa pasiva) no es lo único ni lo más importante; pues lo principal es lo interno, el vacío existencial que en este caso ¡por fin! se ha rellenado (causa activa).
Los tipos que la ven de afuera, entonces anhelan el mismo objeto ("me voy a comprar ese auto", "voy a salir con una mina parecida", "voy a anotarme en esa carrera") creyendo que así completarán las cosas. Cuando el problema es que es el vacío interior el que no se quiere llenar. La solución capitalista a esto es: Tener todos los objetos posibles del mundo, alguno nos llenará.
Esto nos da el casanovas mujeriego, el garca con tres coches, el viajero empedernido, el chanta que está en todas.

Y así el problema de los números es que son innumerables, infinitos. Y quienes se dejan guiar por ellos nunca acaban de complacerse con nada. Ni pueden ser felices un segundo -ni quieren que sus amigas lo sean tampoco; ni pueden tapar sus ruinas interiores, sus Cero espiritual...
Recordemos que todos los números nacen en ese cero, ese vacío incomprensible...