viernes, 27 de julio de 2007

No todos son números

Habiendo presentado ya tantas historias de puntajes y despuntajes; no sería de extrañar que apareciera el típico acotador diciendo "pero eso es una generalización, y todas son malas y hay excepciones". Algo que todos archiconocemos.
Y bien, ahora es el momento de comentar el lado obscuro de la luna. Discurrir un poco acerca de aquellos seres que olvidan o saltan el paso de ponerle números a las cosas y a sus congéneres. Seres que se mueven por algo intentendible e inexpresable, pero que los científicos del corazón (no, los cardiólogos, no!... hablo de los poetas!) han señalado como aquellos que se guían por la intuición, por la pasión.
Como locos posesos van corriendo atrás del sujeto equivocado, de la mujer cagadora que les hará la vida infeliz y los dejará en la calle, detrás de un sueño -como poner una casita al pie de los Andes, que los alejará de su familia, o buscando una ocupación poco seria (hacer esculturas de alambre) que los condenará a una posición social paupérrima.
Con esta gente no se puede razonar. Y esto es porque no comprenden la idea de los números, de que hay mujeres/varones mejores que otros, trabajos y lugares donde vivir que valen más... obstinados en ser como el principito sin comprender la lógica del ávaro contador de estrellas.
Es gente que condena a la vez a su familia a vivir en una casa vieja y ruinosa (donde nació la abuela, y creció papá), en vez de rematarla al primer especulador inmobiliario, a pesar de que por el terreno de casa nos dan tanto como para tres deptos en Belgrano a todo trapo. Gente que antepone el valor sentimental del lugar donde creció al valor racional y económico. Con una pasión nostálgica y melancólica que se corta apenas los niños "de hoy" crecen y logran mandar al sujeto al geriátrico (por su bien) y vender rapidamente la propiedad (por el bien de ellos).
Un caso así como el último fue presenciado por este sujeto, quien les habla. Y una hija que entendía como se mueven las cosas y marcha el mundo, envío a su padre a la internación para que así el pobre no se "desgastara" trabajando en su pequeñísima zapatería -donde por alguna ¿extraña? razón, el hombre vendía sólo a niños. Una vez internado, y ya que la casa estaba desocupada fue vendida a quienes pondrían allí un Bar, y el negocio rematado por el bien del padre (así se le quitaba la carga de tener que volver a atenderlo). Tan buenas razones, llevaron a lo esperado. Rodeado de meados viejecitos, quitado de su barrio, cortada su única labor y el contacto con los niños, y demolida su casa; el padre tuvo que al fin comprender qué es lo que conviene hacer en la vida, morirse de una vez sin molestar a nadie...
Además de estos casos añejos están los más comunes de mujeres locas de amor. Nadie las quiere comprender, en especial sus amigas... que ven que en el fondo la chica es FELIZ (y nada peor para la estima propia!! que una amiga totalmente feliz, y una hecha una fracasada!!!), y que meten púa, cizañas, palos a la rueda, crítican al novio cuando él no está, y le hacen sonrisitas y miradas de reojo cuando él está.
Pffff, lo que no se comprende es como alguien quiere ser feliz, y le sale tan facilmente!
Mientras una se la pasa calculando y recalculando posibilidades, sumando, comparando, recorriendo y buscando marcas, etiquetas, ... y todo para que aparezca una que las tiene todas resueltas y no le duele nada, que se le cae el techo en la cabeza y ella happy porque lo tiene a él.
Hay que aclarar que además de estar con un él (causa pasiva de su felicidad) hay que ver la pasión en ella (su causa activa de ser feliz); y que es lo que sus amigas niegan. Pues es accesible y concreto ese él -incluso algunas "amigas" se acuestan con el él para intentar robar para sí algo de felicidad. Pero lo difícil es tener una misma parte de la pasión. Y esto es lo que se ataca y se intenta cortar, el entusiasmo femenino ajeno, con mucho entusiasmo femenino hiriente. Y hay mujeres que para competir y vengarse han nacido con una pasión superior a todo, más allá de lo racional e incontrolable. [la paradoja de la pasión que no puede resolver su propia vida, pero puede cagar la de otras]
En el hombre es más común aquel por alguna intuición de las cosas ha entendido que tal es su lugar, tal su sentido en la vida, tal su acción a realizar. Los amigos, al revés de las féminas, no atacan con vehemencia y pasión, sino con "buenas razones". Presentando, cual contadores del ministerio de economía, todas las pérdidas que les traerá la elección: si se eligió una mujer, se remarca todas las que no se voltearán; si se eligió un trabajo, cuántos mejores puestos hay y cuán mejor pagos, si se elige un lugar para pasar toda la vida, saltan con que hay realizar viajes, que no se puede morir sin haber visitado Río, Miami, Cancún, Europa, las Pirámides (en ese orden cada vez más exigente). Pues cuando se elige algo, el hombre racional siente que se acabó la acumulación, que su hambre de chanchito capitalista que pide monedas a su ranura se acaba. Que no vale más la pena recorrer, juntar y acaparar nada porque se tiene lo necesario.
Y por supuesto, alguien que intuye que tiene lo necesario es el peor enemigo de sus racionales amigos -quienes sienten muy bien que viven con un vacío interior, con algo que siempre les falta y demuestra su fracaso. Así que ante cualquiera que diga encontré lo mío, ellos responden seguí buscando, que "el mundo está lleno de posibilidades", que no hay que conformarse con poco. Es la misma gente que teniendo un Porshe de carrera sienten que les falta "auto". Que anhelan el Rolls Royce del embajador vecino, o lo que salga mañana.
Y así vemos de nuevo la doble causa: si hay un algo externo que el hombre elige, eso que intuímos que es lo nuestro (causa pasiva) no es lo único ni lo más importante; pues lo principal es lo interno, el vacío existencial que en este caso ¡por fin! se ha rellenado (causa activa).
Los tipos que la ven de afuera, entonces anhelan el mismo objeto ("me voy a comprar ese auto", "voy a salir con una mina parecida", "voy a anotarme en esa carrera") creyendo que así completarán las cosas. Cuando el problema es que es el vacío interior el que no se quiere llenar. La solución capitalista a esto es: Tener todos los objetos posibles del mundo, alguno nos llenará.
Esto nos da el casanovas mujeriego, el garca con tres coches, el viajero empedernido, el chanta que está en todas.

Y así el problema de los números es que son innumerables, infinitos. Y quienes se dejan guiar por ellos nunca acaban de complacerse con nada. Ni pueden ser felices un segundo -ni quieren que sus amigas lo sean tampoco; ni pueden tapar sus ruinas interiores, sus Cero espiritual...
Recordemos que todos los números nacen en ese cero, ese vacío incomprensible...

domingo, 3 de junio de 2007

no-debates

El animal hombre moderno parece querer llevar una vida de "buena digestión". Razón por la cual ha prohibido en sus charlas todo aquello que pueda ser motivo de disputa y ardor. Bajo el lema de no se discute de religión, política o sexo en la mesa, las prohibiciones se han extendido a todo aquello en lo que no seamos todos superficialmente coincidentes.
Es así que tampoco se habla de fútbol, de dinero, de las relaciones de trabajo, del noviecito de la nena, de la enfermedad del abuelo (o su exilio forzado al geriátrico) o de la adicción de los pibes a la droga. Poco a poco, no queda motivo de conversación más que el clima, repetir las noticias del día o los chismes de la farándula.
Así para no tener problemas con nadie se termina no teniendo nada de qué hablar.
A simple vista pareciera que el liberal demócrata urbano defiende así la libertad de todos y no quiere meterse con nadie; pero en el fondo las razones bien sabemos, son otras: debajo de la máscara de la tolerancia democrática y lo políticamente correcto; tales sujetos no aceptan jamás una crítica y plantearla implicaría no ya un debate sino irse a los golpes, terminar en insultos y escenas de telenovela mexicana.
Los abiertos de mente no quieren escuchar otras posiciones que las suyas, porque saben bien que no teniendo argumentación alguna para defenderse sólo pueden terminar recurriendo al ataque verbal y el golpe bajo; por eso la táctica elegida es el pacifismo y la renuncia a hablar sobre todo tema con algún valor.
Bajo la fachada de que no queremos discutir con nuestro vecino cercano, para no hacernos mala sangre, se oculta el que la mayoría no tiene nada con qué discutir, porque la mayoría ha perdido hace tiempo su criterio propio. No saben de dónde han salido sus propias ideas, y menos aún saben cómo defenderlas (y conocen bien, que tales ideas cambiarán como una veleta de un día para otro; y que sus apoyos al ganador de turno caerán apenas aparezca el nuevo triunfador).
La falta de ideas propias, que lleva a la falta de la sana fidelidad a estas -y el deseo ardoroso de sostenerlas en debates ante los otros, es el causante de que la visión moderna sea:
"que nadie debata sobre ningún tema... por el bien de todos."
Ocultando que debería decir más bien: "que aquellos que tienen ideas firmes sobre algo callen, por el bien nuestro de mediocres que no sabemos ni dónde estamos parados... y que recurriremos a la violencia y a gritar insultos apenas nos sintamos acorralados por incomprensibles argumentos."
El avance de tal mentalidad urbana se ve también en este ámbito de internet, donde la costumbre del blog decanta hacia comunidades que se portan casi como tribus, en donde el cacique escribe sólo para recibir bendiciones de todos. Y si alguno se atreve a disentir es censurado, "banneado" o insultado generosamente por los indios de la tribu.
Por supuesto, si alguno le preguntase a tales indios el por qué sostienen esas ideas, y con cuáles argumentos, se entendería el por qué son indios lectores de opiniones y no caciques pensantes. El facilismo mental, decir a todo que sí -mientras en el fondo se hace lo que se quiere, el no prestar la mínima atención al otro pero aplaudirlo rabiosamente (para que no se entere que ni sabemos de qué está hablando), el aparentar puro... todos desarrollos de una tendencia que ha dejado de lado el ser por lo momentáneo, la reflexión por el silencio de ciertos temas y la adulación fácil de aquello en lo que es muy difícil que disientamos, y no porque haya una real coincidencia, sino al revés porque de lo único que se puede llegar a hablar con el otro superficial es de un tema que realmente no le importe a nadie y por el cual ninguno gastaría un argumento, una pasión o un ponerle el pecho a las balas.

martes, 22 de mayo de 2007

ver y dejar de ver

Hay una característica netamente del hombre y es verlo todo, calcular todo lo que ve. Analizar lo que está frente a él, e imaginar aquello que no puede ver enfrente. Así es como elige a su presa.
Si está delante de la famosa gordita 4 puntos, indagará a fondo cualquier virtud que pueda suplir las faltas (y si no le alcanza con lo que ve, rapidamente idealiza).

Por el contrario la mujer tiene en su forma de elegir el dejar de ver. Su pensamiento no busca lo visible positivo que justifique tanta mierda de fondo. No, ella directamente no ve la mierda del fondo. Y esa es su forma de idealización.

Mientras un hombre dirá, es una gorda fea pero como cocina y con que garra le da a la cama.
La mujer no verá en su compañero, a un calvo obeso y con halitosis. Sino un caballero que la viene a buscar en su 4x4 para ir de compras al Patio Bullrich.
Por más que alguna hermana celosa le recrimine en la cara que su pareja hizo la plata estafando a jubilados con falsas deudas, o que es un sindicalista que estuvo enjuiciado 8 veces por ser el patota oficial del gremio; la mujer de nuestro caso lo verá a él como su cosita dulce atacando a todo aquel que intente demostrar lo contrario.

Mientras que el hombre sabe positivamente con qué se mete... y bue, no es linda pero es buena persona y me quiere.
La mujer sabe negativamente con quién se mete: ¿josé un chorro? ¿que se acuesta con la secretaria? Pero por favor, lo decís porque siempre estuviste caliente con él y te matás de celos.

Una mujer se comporta tal como un pueblo durante las buenas épocas económicas de un gobierno. No le interesa que sean corruptos, que se robe, que no se tenga moral y que de a poco se los esté hundiendo a todos de modo irremediable. ¡Que no! que mientras yo estoy bien, ni me doy cuenta. Esa es la respuesta.
Y por supuesto a la primera ventolina de una debacle económica, al primer atizbo de inflación el pueblo se sincera. Así como ante el primer atizbo de la pérdida del nivel de vida la mujer se subleva contra su proveedor.
¿Que no te dieron el ascenso en el trabajo? Pero ves que sos un gordo de mierda; un inútil sos. Y ahora con que vamos a pagar el viaje a Europa que me prometiste.
Aquí es donde la mujer se sincera y de pronto abre sus enceguecidos sentidos para ver la realidad. No faltará entonces mucho tiempo para el reproche: tenía razón mi hermana, sos un mal tipo y un conchudo, andate con tu secretaria; pero yo te voy a sacar todo y ya tengo el abogado.

El ver del hombre se relaciona con la virtud de la resignación. Sabiendo que la mujer de enfrente es lo que nos ha tocado en la vida -al menos por ahora; se intenta sacar el mejor partido, sacando a la luz todos los rasgos favorables, agregando un grosero sentido del humor a los desfavorables (¿dónde está mi vaquillona hoy?) y acostumbrándose, resistiendo estoicamente.
La mujer, así como el estereotipo del gay, no han nacido para aguantar, sino para disfrutar. Si ellas no encuentran nada que gozar en una situación la dejan de lado. Y si hay un gran goce no les importa su procedencia -si el auto que usan lo obtuvieron esquilmando a un hermanastro durante un juicio de herencia; o si la casa de Olivos la tienen de las épocas de marino de la ESMA en pleno Proceso.
Esas son cosas que no se ven... de eso no se habla, diría una madre a la antigua. Cómo y dónde obtiene los frutos papá, eso no se pregunta. Si fue bajando un higo de una rama o apaleando a mamporros a un tierno conejito. Si fue trabajando como docente en 7 colegios del Estado o de ñoqui en el Concejo Deliberante.
Porque nuestra mujer bien sabe, que meterse con los defectos fundamentales de su hombre, es meterse de modo directo con SUS cosas, es atacarla a ella y echarle en cara algo -tratar de hacerla sentir vergüenza. La vergüenza fundamental de que todo el lujo, ostentación, confort y seguridad que ella vive provienen de un marido desalmado. Y que por tanto, no le corresponden ni a él ni a ella.
A su vez el hombre normal lo que no quiere es que le repitan una y otra vez los defectos que él ve bien -por desgracia. Y lo que busca en su mujer es entonces mejorarla en otros aspectos (mandarla al gimnasio, o a un curso de pastelería, pagarle una operación estética, o ver si por lo menos aprende a hacer unos buenos masajes).
La mujer que deja de ver, no intenta para nada cambiar a su hombre. No sea cosa de que se pierda lo "bueno" en ese proceso, y en un juicio perdido por Estafas Reiteradas se lleven la casa del country y el coche japonés. Que quede todo como está, es el lema. Lo malo es invisible, inefable. Mientras, hay que pasar el tiempo y gozar el momento.
El hombre que ve, piensa "a ver si el tiempo borra los defectos", su chancha adelgaza, el problema del acné se borra con cremas o los celos cuasi-criminales de su pareja son sólo un desorden hormonal momentáneo.
El individuo moderno guiado por la apariencia, corre entonces entre estos dos polos marcados por el puesto que le ha tocado en la dualidad de los sexos.

el despuntaje femenino

Ya hemos introducido el tema. Pero de manera incompleta, porque a primera vista parece ser que "en un hombre todo suma".
Ahora bien, tenemos que aclarar lo obvio: algunas cosas restan.
O mejor aún, la mayor parte de las cosas restan si no se apunta a la señorita adecuada.
Porque en esto del puntaje femenino entran en juego valores negativos:
-3 puntos por todo aquello que en un hombre le produzcan vergüenza a ella. Un des-puntaje cuando se hace ostentación de tal vergüenza; pudiendo ser de "solo" -1 o -2 si la causa puede ser ocultada u "olvidada".

Veamos el caso concreto:
tener como vivienda una casa de chapa vecina a la Villa "los roedores" de Burzaco, por más que el sujeto pueda ser que alquila, que es dueño o que es el más capo del barrio, le juega en contra.
Como a las amigas se les puede decir que es una casa hermosa en zona residencial, y que no se las invita porque están reconstruyendo el jardín y el garage doble de la entrada, podrá restar 1 o 2 puntos según el nivel de riesgo que corra la hembra (sudando en cada momento en que se trate el tema: cuándo nos reunimos las chicas para conocer tu casa).
Ahora bien, tener una batata motorizada del tipo Fiat Uno del ´89; con la manija del acompañante que se traba, los asientos de atrás despellejados y el motor caprichoso que a veces no arranca; eso es peor, porque en esa cosa se la verá transitar por la vida. Y no faltará la anécdota de lo que pasó cuando viajaron al boliche en el Uno y de cómo se tuvieron que bajar a empujar todas bajo la mirada y las risas del género humano que anda en buenos coches. -3 directo.

En el caso de restar, las mujeres son duras y estrictas y no hay un tu tía. Ellas pueden no conocer de autos, o no saber que en el puesto de jefe de recolectores de basura su novio gana fortunas al lado del pasante de marketing; pero eso no importa: si produce vergüenza resta y san se acabó.
Porque lo principal en las féminas no es la racionalidad ni el conocimiento técnico, sino la apariencia.

Pasaremos a nombrar una división fundamental a agregar: el tipo de señoritas.
Lo cual reduciremos para simplificar a tres géneros: la del barrio, la nena bien, el gato.
Y esto es fundamental porque repercute directamente sobre qué es aquello lo cual para la dama representa un elemento de Vergüenza.
Una chica de barrio, está acostumbrada a sus bajas miras. Tal vez ella misma viva al lado de la villa de los peruanos de la siete; y entonces tome como un hecho familiar que el sujeto sea el que tiene la casilla arriba del almacén del rengo. Por supuesto que no le dará mucho motivo para pavonearse, pero sabe que su entorno social femenino se mueve en las mismas, y que ninguna podrá tirarle nada en la cara.
La chica de bien en cambio ha sido criada con todos los algodones por un padre consentidor, "serio y honesto" (o sea, generalmente, un abogado chanta y de guita, que se acomodó con los gobiernos militares y se llenó de oro con todos los curros de las democracias). Una persona de tan buena familia tiene para comparar a especímenes de alto pedigree cerca; y además tiene el baluarte de la Universidad del Salvador, la de Palermo o Belgrano a la que va (o a la UCA si además es católica y del Opus). Y un candidato para ella no puede ser menos.
Acá no vale decir soy obrero metalúrgico -por más que el sueldo básico en la rama ronde los 1800$; ni se espera que se nombren las palabras barrio Carapachay, bajo Flores o la Matanza pero la zona pavimentada, ojo.
Una niña bien se sentirá mal y avergonzada de todo aquello que su papá remita a propio de un negro peronista o que lleven a sus amigas a confundir al novio con el plomero o el pibe que viene a fumigar las alacenas.

Por último el especímen más odiado del género humano en su versión femenino, el gato. La trepadora nata, la que se cree la reina del Nilo y trata a todos como tal (esclavos de su corte).
Puede haber nacido en un Recoleta o en Lanús Este, eso no importa. Lo único que cuenta es que ella se cree lo más. Especialmente porque tiene un físico que comparado a sus conocidas vale un buen puntaje de parte de los hombres.
Y bueno, a partir de la toma de consciencia de que ella lo vale el gato se ha vuelto el animal más selecto. Para ella no hay un "suma 1 punto". Para ella es o resta -3 por la vergüenza o suma +2 o el máximo.
Un auto no es ni un Palio viejo, ni un Ford Astra full 0km. ¡No! Ella viaja en coches carísimos o importados, mínimo un Honda o un Passat, y de allí para arriba. Teniendo la preferencia en todo tipo de coupés y descapotables; Alfa Romeo, Mercedez Benz, BMW o Audi son parte de su status y si se quiere sentar graciosa en un auto chiquito no se le puede dar menos que un mini Cooper.
Para ella el Gran Buenos Aires no existe, salvo que se piense en una casa con Pileta de San Isidro o un barrio cerrado de Pilar. Porque si no es eso, ella vive en un edificio torre con solarium, piscina, gimnasio, 4 garages, y sala de recepción. Y en las reuniones del consorcio ella espera encontrar al embajador del 4°B o al diputado del piso de arriba.
En el caso del gato nos encontramos con un especímen "realista". Ella vive para el dinero, la ostentación, la comodidad y el lujo. No ya para que la vean las otras, sino para el disfrute y el goce propio. Por eso, principalmente no le interesa si el sujeto trabaja o no, hizo la plata robando, es viejo choto y con reuma o pendejo gay que la usa para tapar su condición frente a sus padres conservadores. Ella está para vivir la vida.
Y por supuesto, no la va a vivir trabajando, ni olvidada en una casita de Gonzalez Catán donde nació. Ella trepa rápido para cambiar el barrio, cambiar el marido y conseguirse todas las pavadas a mano que el capricho femenino sin freno puedan imaginar. Lo que tiene de selecta en su elección de joyas, autos, casas y viajes, lo tiene de ciega en el hecho de elegir tipos feos, cagadores y entongados.

Así dicho al puntaje femenino hay que agregarle el punto en contra por vergüenza. Y para sacar tal cosa hay que saber qué tipo de mujer tenemos enfrente. La razón humana ha hablado.

Puntaje femenino

Bueno, la entrada anterior sólo tenía un sentido, preparar el verdadero análisis reflexivo del caso en cuestión: la existencia de los ocultos puntajes femeninos.
Las mujeres intentarán negarlo. Ellas no ponen números, no nos tratan como cosas; no para nada. Y tienen razón; para ellas no somos cosas, somos proveedores de cosas.
Y el puntaje de un hombre se da por su contexto.
Para empezar entonces, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que un hombre parte de entrada de un cero al que se le van sumando premios a su buena conducta, veamos:

item de movilidad:
tener un coche vale 1 punto automático; porque provee a la dama de comodidad. Por más que estemos ante un Corsa 3 puertas del ´98; que si bien no es lindo "tiene cuatro ruedas" lo cual toda señorita sabe apreciar.
ahora bien si el coche es un 206 de vidrios polarizados, techo corredizo, butacas de cuero y detalles cromados, la joven podrá utilizarlo como "arma" para darse corte ante sus amigas, y ostentar. Por esta razón nos valorará más como proveedores de esas hermosas llantas. Un auto canchero vale 2 puntos.

El segundo item, es el más importante, la casa:
alquilar en un barrio de morondanga, con las paredes que se nos caen a pedazos; vale 1 punto. Sí, señores, ellas se quejarán pero la seguridad de tener un techo donde caer muertas quita el resto.
si es un hermoso depto en Caballito, Barrio Norte, Belgrano u otra zona paqueta; serán 2 puntos, por el simple hecho de que la niña podrá invitar a sus amigas "a tomar el té" (refregarles en la cara que tiene su pisito) sin temor a que la humedad y el baño tapado la dejen mal parada.
Ahora se debe sumar 1 punto más si en vez de alquilar el sujeto es dueño del tugurio.

El último punto, el trabajo:
un puesto de diarero en Constitución, por más sacrificado que sea vale 1 punto -y gracias. Por lo menos es trabajador, se escuchará decir a la agraciada.
un puesto de empleado de oficina en una multinacional reconocida (es garompa tecnic en Microsoft!!!) dará para poder hablar con las chicas y salir bien en las comparaciones. 2 puntos
si el puesto es de jefe, gerente, director o mandamás, vale 1 punto extra.

Luego se suma todo elemento que aporte la ilusión de una buena categoría económica (ropa cara, celular, señales de que se tiene tiempo al pedo porque sobra la guita -como estar bronceado, jugar al tenis, etc); según la aritmética de:
1 punto por proveer de confort
1 punto por proveer de seguridad
1 punto por proveer de ostentación

En un caso hipotético, el caso A "laburante de Ituzaingó" en un delivery de rotisería, viviendo con sus viejos y en posesión de un fiat spazio con 180.000km; nos da 2 puntos (coche y trabajo). El típico especímen que para levantar debe aparentar lo que no es (alegando que vive con su hermano en un depto compartido; y que trabaja en una empresa gastronómica como empleado) para así sumar sus puntitos. Además de ponerse ropa carísima -para el sueldo que recibe, llevar el celular más mersa y las nike shot más patonas; en un vano intento de que la posible presa lo vea como un mega potentado. Las chiluzas de gran buenos aires, a veces tragan el verso y le dan al sujeto un 5 por su camisita y pelo con gel, su celular v3 y sus zapa modelo Ferrari Testarossa.

Caso B, el cheto capitalino -el sueño de la nena: vive en un departamento de Palermo Soho que le presta el tío de Miami; tiene su flamante VW Golf GTI con luces de colores, pedales de carrera y equipo Pioneer de 18 parlantes y 16 tweeters. ¿Trabajo? Es pasante de publicidad en la Agencia que le hizo el último comercial a MacDonald´s y ahora está trabajando con Pepsi.
Sumemos: 2 del depto, 2 del coche, 2 del trabajo. Nos da un 6 de base.
Al que le debemos agregar los accesorios: un celular sony ericsson o nokia con 2,1mp de cámara, MP3, Bluetooth, Wi-Fi, y más chiches de los que una chica puede querer o entender. La ropa es comprada en locales del Alto Palermo (jean Levis, remeras Ben Simon, alguna Tommy Hilfiger). Para agregar, en las conversaciones el sujeto Caso B no se olvidará de mencionar la última vez que salió en el yate de su tío que es gerente de una empresa de Miami y todas las cosas que le regalan cuando viene de sus viajes. Una dama hecha y derecha da a este "bombón" un 9; por más feo y repugnante que sea.

Tenemos entonces los extremos de cómo se construye un hombre a partir de la hormonalidad femenina. Un hombre no cotiza, ni tiene puntaje. Para la mirada de mujer, un gordo horrible y prepotente deja de serlo apenas se transforma en el gordito de la 4x4 que es el jefe de la empresa.
Y a la vez el rubio bien marcado por el gimnasio deja de calentarlas apenas se muestra que era changarín de bolsas en el puerto y vivía con una parva de hermanos pobres en una casilla de Dock Sud (qué lástima, dirán; tan lindo tipo y es un fracasado; sin planes de vida ni proyectos a futuro).
El puntaje femenino ha sido presentado entonces, el peligro es que se lo intente volver a ocultar con la excusa de que ellas "no le ponen puntos a los hombres". Repitamos: eso es cierto, no hay puntos para los hombres, sino que hay puntos para lo que proveemos los hombres... seguridad, confort y ostentación...

Puntaje masculino

Ante la vida, el cazador salvaje se plantea una sola cosa: ¿cuánto merece la pena su presa?
No puede andar un hombre atareado tratando de cazar mosquitos, ni debe ir a la caza de elefantes con un escarbadientes como arma.
Para eso, tiene su cerebro que le ha dotado de Razón y que le permite "cotizar" sus posibles víctimas. En su caracter de PURA OBJETIVIDAD los varones tenemos que poder ante una mujer un puntaje, esto es un número traducible a una escala que todos nuestros congéneres puedan compartir.
Ante esa realidad irrebatible, tenemos que saber que el puntaje es FIJO totalmente: una gorda que vale un 4 raspando, lo vale venga en bondi desde Acasuso o en su propio coche de Martínez. El puntaje es inamovible, lo que puede cambiar es el sujeto en cuestión, y su estado etílico y nivel de alzado. Lo cual lleve a que pasada cierta hora, algunos se lleven a las de puntaje 3-4 a las cuales ni les hablarían en situaciones "normales".
Dicho esto, es sólo una introducción al tema de los puntajes. Algo muy discutido por nuestras compañeras, las cuales ven mal traducir la realidad a un número y alegan que "todo depende".
Pues sí, todo depende del puntaje que tengan. Así actúa la mente del hombre.